18 de octubre de 2011

Luna

Una vez conocí una luna… era redonda, brillante, y bella. Me contó sus vivencias y sus costumbres. Me mostró sus locuras. Me abrió su caja de secretos y me dio su llave para que yo la guardase. Me dijo que nunca había conocido a nadie como yo. También me contó que conmigo ella se sentía mejor. Yo no confiaba mucho en ella, pues era una simple luna, mucha gente la ve en el cielo pero no todos pueden creer en ella. Con el tiempo ella me atrapo. Me endulzo con su luz y su brillante amor. Y yo metido en mi coraza, probé por una vez salir de ella y soñar. Total, ¿qué puedo perder con amar?

Esa luna era única, realmente única. Ella me pertenecía, y yo le pertenecía. Me iluminaba en la oscuridad de la noche mientras yo caminaba entre flores violetas y vivas. Yo decidí pasar mi vida con ella. Crecer y morir con ella… esa era mi dulce y aceptada condena. Juro que no había luna en el universo como la mía. Juro que nadie puedo ser tan bella como ella. Juro que ella… supo ser mía.

Pasado un tiempo largo, mi amor ya estaba muy crecido. Yo daba las estrellas, las estelas y todos los meteoritos que encontrara solo por estar con ella. Ella me valoro, yo la valore. Momentos tan felices a veces me daban miedo de que el destino me castigue con alguna desdicha.

Desde que la conocí estuve cerca de mi luna… nunca la deje sola y siempre la cuidaba adorándola en su hermosura. Pero… hubo un tiempo que tuvimos que separarnos, un día que la noche decidió irse de viaje y poner al sol en su lugar. Ese tiempo con el sol, que me quemaba como el infierno mismo, fue denso y doloroso. Pues mi cuerpo quería estar bajo de la noche protegida por la hermosa forma de mi luna. Días pasaron y yo la extrañe. Días pasaron y yo llore. Días pasaron hasta que la noche volvió y a ella la encontré. Mi corazón volvió a latir y mi mirada se hizo feliz.

Pero algo muy malo paso. Algo horrible paso. Algo espantoso paso. Mi luna ya no existía. Mi luna ya no vivía. Mi luna… ya no era mi luna. La luna que volvió no me valoraba, ella no me amaba, ella… creo… que me odiaba. No me contaba sus secretos, no me contaba sus vivencias, no me contaba nada. Simplemente me miraba pero, de forma muy extraña. Yo le pregunte si sabía donde estaba mi luna, mi preciosa y hermosa luna. No supo contestarme. Pero finalmente me dijo que ella se había perdido en el espacio, entre demás planetas y otras lunas.

Y así fue que me quede sin luna. Ahora la noche es totalmente oscura y ya no me acuna. Mi cuerpo sin ganas sigue caminando entre los océanos y las montañas. Mi cuerpo sin alma sigue caminando… deseando volar al espacio… para finalmente explorar el cosmos… y encontrar a mi bella, bella y hermosa luna.

Casi Seba-C

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